Arure es una pequeña población de que pertenece a Valle Gran Rey en La Gomera. Este pequeño núcleo poblacional fue la antigua capital del municipio, cabe destacar que Arure cuenta con una interesante arquitectura que es muestra de la arquitectura tradicional de la isla. Las casas están realizadas en piedra y es claro ejemplo de las variantes constructivas que se dan en esta zona de la isla, con orientación sur para aprovechar al máximo el número de horas de sol.

Desde Arure salen numerosas rutas de senderismo que recorren muchos puntos de la isla, además en los alrededores de Arure se puede visitar el mirador de Cesar Manrique, un lugar impresionante que da unas increíble panorámica de todo Valle Gran Rey. Este mirador tiene un restaurante con vistas sobrecogedoras y fue diseñado por el afamado arquitecto Canaria.

Llamará mucho la atención como desde este mirador situado en Arure se puede ver las curiosa formación de las parcelas situadas en las laderas de los barrancos que llegan hasta el valle.

Arure es un lugar tranquilo, sin aglomeración turística y un lugar idóneo para iniciar cualquier excursión a cualquier punto de la isla.

En La Gomera podemos encontrar uno interesante y pintoresco caserío en la población de Alajeró, en la parte sur de la isla, se conoce con el nombre de Caserío de Arguayoda. Esta construcción destaca por estar perfectamente conservada y es un claro ejemplo de la arquitectura tradicional de La Gomera, compuestas por varias viviendas de piedra y madera. El caserío de Arguayoda destaca no sólo por su construcción tradicional canaria, sino también por la ermita en honor a San Lorenzo que forma uno de sus edificios.

El caserío está situado en la mitad de la lomada de Arguayoda que está protegida por dos grandes barrancos, el Barranco de la Negra que llega hasta la playa del mismo nombre y el Barrando de Erque que llega hasta la playa de la Rajita.

El Caserio está entre palmeras y tuneras por lo que si se observa con perspectiva el lugar se asemeja a un oasis, durante el invierno el entorno se vuelve verde y cuando llega el verano se puede ver un paisaje dorado. Se puede llegar descendiendo des de la Cueva de Las Palomas y cercanos a él se puede ver Caserios de El Drago y La Manteca. Un entorno maravilloso unido a construcciones tradiciones hacen de este punto un lugar de obligada visita.

En pleno Valle Gran Rey está el caserío de Las Hayas, concretamente en la parte alta del municipio, se encuentra a unos 1000 metros sobre el nivel del mar lindando con el Parque Nacional de Garajonay.

La población de Las Hayas se encuentran más o menos semi agrupadas, lo cruza la carretera con la une con otros núcleos poblaciones como Arure o Chipude. Esta parte de La Gomera se dedica especialmente al cultivo de la patata y los frutales, además se ve una gran presencia de palmerales aun estando situado a más de 1000 metros de altitud.

Las fiestas principales del caserío de Las Hayas se suelen celebrar en septiembre en honor de la Virgen del Coromoto.

Otro de los caseríos de La Gomera que conservan muy bien el paso del tiempo es el Caserío de Taguluche. Este núcleo poblacional se encuentra situado dentro del termino municipal de Valle Gran Rey, destaca por conservar y realzar la típica arquitectura canaria y está situado en un valle al que se accede a través del pueblo de Vallehermoso.

Es muy recomendable subir a las alturas para ver la belleza que desprende la coqueta Taguluche, para ello es necesario subir hasta el Mirador del Santo desde el cual se puede ver la situación de las viviendas en el valle, rodeado de parcelas destinadas al cultivo.

Hay que destacar la pequeña ermita, orgullo de los habitantes de Taguluche y que está construida en piedra de Arure. Llamará mucho la atención que desde este mirador se pueden ver el majestuoso palmeral, uno de los más importantes del archipiélago canario por lo que ha sido declarado Lugar de Interés Comunitario por la Unión europea.

Las verticales laderas rocosas que rodean Taguluche realzan aún más su belleza, y donde se ven perfectamente las terrazas creadas por la mano del hombre para los cultivos, unas tierras regadas por las aguas que nacen de los manantiales.